b. Análisis y caracterización de la experiencia suicida. El terapeuta puede estudiar las observaciones del paciente en términos de
organización conceptual (qué tan concretos, centrales, articulados y diferenciados son los conceptos aplicados), de
análisis gnoseológico (aquella caracterización que apunta a cómo «conoce» la persona, cómo cambian los procesos de experiencia constituyentes del foco terapéutico), de
análisis ontológico (cuáles son los objetos construidos por la persona y cuál es la relación entre
tres clases de objetos subjetivos), de una
hipótesis de vulnerabilidad que explique la construcción de
amenaza y los procesos de estrés asociados (clausura, generalización, sensibilización, reducción del alternativismo y cambios en otras personas), y del
sentido identitario y conservador que la experiencia suicida podría representar para la persona.