Émile Durkheim

David Émile Durkheim (15 de abril de 1858 - 15 de noviembre de 1917)

David Émile Durkheim fue un sociólogo francés. Estableció formalmente la disciplina académica de la sociología. Gran parte del trabajo de Durkheim se centró en cómo las sociedades pueden mantener su coherencia en la modernidad, en que la dinámica se ha acelerado con la introducción de nuevos mecanismos de comunicación y nuevas instituciones. Durkheim utilizó herramientas como estadísticas, encuestas y la observación histórica en su análisis de los suicidios en grupos católicos y protestantes. Su primera obra importante fue De la division du travail social (1893; La división del trabajo en la sociedad ), seguida en 1895 por Les Règles de la méthode sociologique (Las reglas del método sociológico), el mismo año en que Durkheim se convirtió en el primer profesor de sociología de Francia.
Uno de sus trabajos más conocidos, Le Suicide, fue publicado en 1897. Esta monografía, que trata respecto a las tasas de suicidio en poblaciones católicas y protestantes, permitió claramente distinguir entre la sociología, la psicología y la filosofía política. Al año siguiente, en 1898, fundó la revista L'Année Sociologique.

Siguió siendo una influencia importante en la vida intelectual francesa hasta su muerte en 1917, presentando numerosas conferencias y publicado trabajos sobre una variedad de temas, incluida la sociología del conocimiento, la moralidad, la estratificación social, la religión, el derecho, la educación y la desviación. Algunos términos que él acuñó, como “conciencia colectiva”, aún son utilizados.

Le Suicide: Étude de sociologie

El suicidio, un estudio de sociología es un libro de 1897 escrito por el sociólogo francés Émile Durkheim. Fue el primer estudio metodológico de un hecho social situado en un contexto específico. Fue además un ejercicio de cómo debía ser una monografía sociológica.
Según Durkheim, el término suicidio se aplica a todos los casos de muerte resultantes directa o indirectamente de un acto positivo o negativo de la propia víctima, que sabe que producirá este resultado. Entre otras propuestas, Durkheim relaciona el aumento de las tasas de suicidio con el concepto de anomia, es decir, con el grado de aislamiento del individuo respecto a las normas sociales, debido a la falta de congruencia o al nivel de desorganización social (Durkheim, 1897):

“La anomia es, en nuestras sociedades modernas, un factor que afecta regular y específicamente a los suicidios; (…) Difiere de los otros en que depende no de cómo estén ligados los individuos a la sociedad, sino del modo en que esta los reglamenta. El suicidio egoísta se comete porque los hombres no ven la razón de vivir; el suicidio altruista, porque ven la razón de vivir fuera de la vida misma; la tercera clase de suicidio, cuya existencia acabamos de comprobar, surge porque la actividad social está desorganizada, lo que genera mucho sufrimiento. Atendiendo a su origen, daremos a este último tipo el nombre de suicidio anómico”


Como se menciona en este apartado, Durkheim propone cuatro tipos de suicidio, que se basan en los grados de desequilibrio de dos fuerzas sociales: la integración social y la regulación moral:

  1. Suicidio egoísta. Se asocia a un sentido extenso de “no pertenencia”, de no lograr experimentarse integrado a la comunidad. Es el resultado de la sensación del suicida de que no tienen ataduras. Esta ausencia puede dar lugar a falta de sentido, apatía, melancolía y depresión. Durkheim denomina a ese desapego “individualización excesiva”. Aquellos individuos que no estaban lo suficientemente vinculados a grupos sociales (y por lo tanto valores, tradiciones, normas y metas bien definidos) se quedaron con poco apoyo u orientación social. Durkheim descubrió que el suicidio ocurría con más frecuencia entre personas solteras, especialmente hombres solteros, persona que tenían menos formas de vinculación y conexión con normas y metas sociales estables
  2. Suicidio altruista. Se caracteriza por una sensación de estar abrumado por las metas y creencias de un grupo específico. Ocurre en sociedades con alta integración, donde las necesidades individuales se consideran menos importantes que las necesidades de la sociedad en su conjunto. Por lo tanto, ocurren en la escala de integración opuesta al suicidio egoísta. Como el interés individual no se consideraría importante, Durkheim afirmó que en una sociedad altruista habría pocas razones para que la gente se suicidara. Describió una excepción: cuando se espera que el individuo se mate a sí mismo en nombre de la sociedad, por ejemplo, en el servicio militar.
  3. Suicidio anómico. El suicidio anómico refleja la confusión moral de un individuo y la falta de dirección social, que está relacionada con una agitación social y económica dramática. Es producto de la desregulación moral y la indefinición de las legítimas aspiraciones a través de una ética social restrictiva, que podría imponer sentido y orden a la conciencia individual. Esto es sintomático de un fracaso del desarrollo económico y la división del trabajo para producir la solidaridad orgánica de Durkheim. La gente no sabe dónde encajar dentro de sus sociedades. Durkheim explica que este es un estado de desorden moral en el que las personas no conocen los límites de sus deseos y están constantemente en un estado de decepción. Esto puede ocurrir cuando atraviesan cambios extremos en la riqueza; si bien esto incluye la ruina económica, también puede incluir ganancias inesperadas; en ambos casos, las expectativas previas de la vida se hacen a un lado y se necesitan nuevas expectativas antes de que puedan juzgar su nueva situación en relación con los nuevos límites.
  4. Suicidio fatalista. Ocurre cuando una persona está excesivamente regulada, cuando su futuro es bloqueado sin piedad y las pasiones estranguladas violentamente por una disciplina opresiva. Es lo opuesto al suicidio anómico, y ocurre en sociedades tan opresivas que sus habitantes preferirían morir antes que seguir viviendo. Por ejemplo, algunos presos pueden preferir morir antes que vivir en una prisión con abusos constantes y regulación excesiva. A diferencia de los otros conceptos que desarrolló, Durkheim creía que el suicidio fatalista era teórico y probablemente no existía en la realidad.

Además del reconocimiento de los aportes fundamentales a la sociología, el trabajo sobre el suicidio no estuvo exento de críticas. Una de las más acusadas es la inferencia que relaciona estadísticas contextuales con un comportamiento individual como el suicidio, sustentado en hipótesis ambiguas y contradictorias (Berk, 2006). Algunos elementos de la teoría han encontrado apoyo, mientras otros no (Lester, 1989). El sociólogo norteamericano Jack D. Douglas (1967) critica a Durkheim por aceptar la confiabilidad y validez de las estadísticas oficiales que usó como parte de su investigación, y además plantea que el enfoque de Durkheim de clasificar el suicidio en tipos puede tener poco o nada que ver con los significados que las víctimas dan a sus acciones.

Referencias

  • Berk, B. (2006). “Macro-Micro Relationships in Durkheim's Analysis of Egoistic Suicide”. Sociological Theory. 24 (1): 58–80 [pp. 78–79]. doi:10.1111/j.0735-2751.2006.00264.x. S2CID 144703762.
  • Douglas, J.D. (1967, 2a ed. 2005). Social Meanings of Suicide. Princeton University Press
  • Durkheim, E. (1897, ed. 2005). Suicide: A Study in Sociology. Routledge. ISBN 0-203-99432-9.
  • Lester, D. (1989). A Test of Durkheim’s Theory of Suicide using Data from Modern Nations. International Journal of Comparative Sociology, 30(3-4), 235–238. doi:10.1177/002071528903000307 
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